Hemos visto que pese a que durante las campañas presidenciales anteriores escuchamos que el candidato ganador iba a bajar los precios de las gasolinas, aún estamos esperando que eso suceda.

Desde la primera quincena de diciembre en el informe de la inflación, la lista de los bienes y servicios que más bajaron su precio era encabezada por la gasolina Magna y Premium.

Así continúo hasta febrero cuando se revirtió la tendencia e incluso sorpresivamente se reportaron incrementos en el precio de dichos combustibles.

Y muchos nos preguntamos dónde había quedado la promesa del nuevo gobierno de disminuir el precio de la gasolina.

Mercado abierto

Resulta que desde el año pasado se liberalizó el precio de los combustibles que significa que las cotizaciones ya nos las fijaría el gobierno sino más bien estarían sujetas a las condiciones del mercado.

Por lo tanto, se moverían en el tiempo, es decir podrían bajar, pero también subir.

Para determinar los precios de la gasolina se aplica una compleja fórmula que considera el precio internacional del petróleo, el Impuesto Especial sobre Productos y Servicios (IEPS), el Impuesto al Valor Agregado (IVA), el costo de transporte y la distribución del combustible.

También toma en cuenta el margen comercial de los vendedores finales que son los dueños de las estaciones de servicios.

Efectos colaterales

Pero al inicio del año también el gobierno federal inició el combate al robo de combustible con medidas que causaron desabasto en diversos estados.

Esto obligó a los distribuidores a implementar medidas emergentes como ampliar los horarios de sus trabajadores o contratar transporte adicional para medianamente tratar de surtir a clientes que temían que la escasez se prolongará por más tiempo.

Y entonces las inversiones extraordinarias de los dueños de gasolineras tendrían que recuperarse de alguna manera aunque en realidad el causante directo de los problemas de distribución fue el propio gobierno.

Plan de apoyo

En condiciones normales de abasto el gobierno cuenta con un esquema de estímulos fiscales para evitar que las variaciones de cualquier elemento que incide en el precio no se trasladen al precio final y se registren aumentos en términos reales.

Esto quiere decir que sean más allá de la inflación, aunque este mecanismo sólo se activó para el diésel.

Mientras que para las gasolinas más bien se dejó en manos de los empresarios del sector la decisión de aumentar su margen de ganancia y algunos grupos de estaciones lo aplicaron.

Otros no o fue un menor margen lo que explica que los aumentos de precios no fueran los mismos, aunque en promedio se detectó una alza promedio de 70 centavos para la Magna y de 1.60 pesos para la Premium.

Un buen aliado

Con la liberalización del mercado de combustibles y ahora con el reciente aumento por la crisis de abasto, conocer el precio de la gasolina es literalmente todo un reto.

Básicamente esto dependen de la ubicación geográfica y por eso más que nunca es necesaria una guía rápida que responda la pregunta y nos dirija a la estación más cercana y barata en el camino.

Esta aplicación se llama Gasoapp que es gratuita y disponible en todas las plataformas como Android e iOS.

Su funcionamiento es sencillo porque con una referencia ubica el mejor destino, y aunque esta app ya existía desde hace meses el nuevo gobierno la relanzó y hoy más que nunca podría ser el mejor aliado no sólo para tu camino sino también para tu bolsillo.

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