México está obsesionado con vestir a la última o al menos eso arrojan cifras de la trasnacional sueca H&M que desde su lanzamiento en noviembre del 2012 a la fecha, las ventas han sido exponenciales, pero ¿Qué le sucede a la industria textil local? Te contamos.

Durante años México se encargó de proveer fibras textiles para empresarios locales y extranjeros. Pero con la llegada del tratado TLC en 1994 ingresaron grandes compañías que cambiaron la forma de percibir la vida para nosotros.

Posteriormente se le unieron a las marcas estadounidenses otras de origen europeo como Benetton, H&M, Grupo Inditex y recientemente Grupo Axo, que además de dictar el rumbo de la moda, también lo hicieron en materia de fabricación y desarrollo local, pues el gran público se decantó más por ellas, debido a una serie de factores como los medios de comunicación, viajes al extranjero etcétera y buenos precios.

Todo eso influyó en que las ventas de la industria textil nacional hayan disminuido considerablemente. Aunado a eso se le suma que su principal competidor es el gigante de Asia, China. Cuyos precios en textiles sintéticos y orgánicos dejan prácticamente a cualquiera fuera de la jugada.

Apoyo del gobierno

Sin embargo el gobierno ha dado fomentos para proteger a la industria textil local. Cobrando altas tarifas arancelarias a las prendas foráneas de las tiendas departamentales u otras importadoras. Así como estímulos en reducciones fiscales o en gastos de agua o luz para las fabricas de los primeros mencionados.

En México las principales ciudades dedicadas al proceso, desarrollo, creación y distribución de textiles e indumentaria son las regiones de maquiladoras como Puebla, Juárez, Querétaro, Guanajuato, Guadalajara, Naucalpan y en menor medida Mérida y Chiapas. No obstante las acciones han sido insuficientes, pese a los esfuerzos realizados por el sector público o privado; los mexicanos promedio prefieren consumir prendas extrajeras en tendencia que las hechas aquí. Porque consideran que tienen más estilo que las fabricadas acá.

Durante el porfiriato el sector textil junto con el minero eran los más prósperos del país. A más de 100 años de distancia apenas se puede abonar un 7% y 21% respectivamente a nuestro PIB total.

¿Existe algo que podamos hacer para corregir el rumbo?

¡Claro que sí! Invertir en nuevas tecnologías, aplicación de diseño e investigación. De esa manera no sólo la participación del sector textil en el PIB aumentará. Sino que pudiésemos crear nuestra propia escena de moda rápida sustentable en la que productores y consumidores se vean alta mente beneficiados tanto en costos como en durabilidad.