Siempre escuchamos que la paciencia es un atributo indispensable en nuestras vidas, aunque dejar pasar el tiempo puede llegar a perjudicarnos financieramente tanto como la impulsividad.
Al hablar de riesgo financiero, lo describimos como la probabilidad de que alguna situación inoportuna perjudique a un individuo o una institución económicamente.
Sabiendo que existe un riesgo significa que la paciencia cuesta; literalmente. Se debe a que el futuro implica muchos riesgos. Entre más grande la posibilidad de riesgo, uno se siente menos cómodo siendo paciente; por lo que se necesita más compensaciones para dar seguridad económica.
Este concepto básico se puede explicar perfectamente desde algo que todos conocemos muy bien. El banco depende mucho de esto, por lo que puede otorgar un préstamo, pero entre más nos tardemos en aniquilar el adeudo, más nos cobrará. El precio por el tiempo que se presta es el interés. Fundamentalmente, si le ponemos precio al tiempo se le puede poner precio a todo lo que dependa de él.
¿Por qué nos cuesta esperar?
Uno de los riesgos que corremos con el paso del tiempo es que el valor del dinero o de algo que queremos adquirir puede cambiar. Tomando el ejemplo de los préstamos de nuevo, se cobra interés porque el paso de tiempo requiere consideraciones del costo de oportunidad, las expectativas de inflación y, cómo mencionamos, riesgo financiero.
El interés también se cobra como garantía de que la institución no perderá dinero al conceder un préstamo.
Utilizando esto como modelo, podemos rescatar que no siempre es favorable posponer la toma decisiones económicas; ya que la incertidumbre del futuro nos puede hacer perder mucho más de lo que esperamos. Tengamos en mente que el tiempo es dinero y aprendamos a ser inteligentes cuando se trata de él.