No lograr seguir un presupuesto es una situación bastante común. Sin embargo, no es motivo suficiente para dejarlo a un lado, más bien es momento de reflexionar y ver alternativas para salir a flote.
Si tu presupuesto no te sirvió o no lo pudiste mantener, el siguiente paso es pensar, “¿qué prosigue?” y llevar a cabo los siguientes tres pasos:
Ubicar en dónde fallaste
Para no volver a fracasar, primero se debe saber en dónde estuvo el error. Es imposible obtener nuevos resultados si se hace lo mismo una y otra vez. Revisa tus gastos. Ve qué es la cosa que no puedes dejar de comprar, dónde tuviste un desliz o en qué parte no te salen las cuentas.
Ver qué acción puedes tomar
Frecuentemente, cuando no se siguió el presupuesto la primera vez, es fácil darlo por arruinado y seguir cometiendo ese error una y otra vez. Aquí toca ver objetivamente si puedes cambiar tu actitud hacia el presupuesto que tienes, si debes ser más cuidadoso en las compras o si debes realizar ajustes.
Tomar acción
Aquí ya puedes tomar la decisión de cambiar tu presupuesto o cambiar tus hábitos. El presupuesto no es una herramienta de tortura; es una estrategia para ayudar a que tu dinero se vaya a donde se tenga que ir y rinda más.
Si ves que tu punto débil es el entretenimiento, puedes empezar a hacer tu café en casa todos los días para pasar dinero de la categoría de gastos diarios a tus ahorros para conciertos, por ejemplo.
Si no funcionó la primera o la segunda vez, el punto es volverlo a intentar. Muchas veces tampoco se toma en cuenta que el presupuesto debe cambiar con tus necesidades para seguir siendo útil.