Me llama mucho la atención, y sobre todo en estas fechas, que las autoridades laborales y financieras, familiares, amigos y hasta tu pareja, te aconsejen cuidar tu dinero, evitar gastar por impulso y ahorrar, ahorrar y ahorrar.
Esto no es casualidad porque muchos trabajadores, no todos desafortunadamente, reciben al cierre del año aguinaldo, bono o algún tipo de compensación económica que engorda momentáneamente el bolsillo.
Pero basta ya del destiempo de las recomendaciones sobre nuestras finanzas personales y no esperemos una fecha en el calendario para comenzar a ahorrar, y que literalmente nos olvidémonos de una parte de nuestros ingresos para depositarlo en una cuenta de ahorro.
Y apretémosno el cinturón y eliminemos gastos que están de más o los llamados “hormiga» y de una vez por todas nos liberemos de las deudas de tarjetas de crédito, de la tienda departamental, y de otros financiamientos, incluidos los de amigos y compañeros de trabajo que siempre son bienvenidos para terminar la quincena.
Todo esto se escucha muy fácil ¿no? Pero para la gran mayoría no es algo sencillo y en algunos casos prácticamente imposible porque sus ingresos cubren medianamente sus necesidades básicas y lo que falta se financia con tarjetas de crédito, tandas o con los créditos de nómina que en automático cobran la respectiva mensualidad directamente del salario.
Es entonces cuando comienza el viacrusis de la quincena con una cartera vacía y con deudas que crecen y crecen sin parar y hay de aquel que se atreva a atrasarse en los pagos porque las tasas de interés moratorias son más del doble que las que se pagan normalmente y que dicho sea de paso ya son muy altas.
Y bajo estas circunstancias cualquier consejo para ahorrar parecería algo sarcástico y para uno que otro hasta un insulto.
Pero dejemos de pensar en que viviremos condenados toda la vida a las pesadas cadenas de unas finanzas personales deficitarias y que ahorrar nunca será más que un buen propósito en nuestras vidas.
No hay mucha ciencia para aliviar la diferencia entre ingresos y gastos, y las opciones son así de sencilla: ganas más y tu margen es más amplio para solventar tus gastos y destinar una parte al ahorro. La otra alternativa, aunque más dolorosa al principio, y que es la más probable y es sencillamente gastar menos.
Pero esta última opción no se trata exclusivamente de dinero sino también de voluntad y disciplina para hacer una mejor distribución del salario normal y de los ingresos extraordinarios, como los de fin de año, y que se pueda mejorar progresivamente el balance de nuestro bolsillo para pasarlo de rojo a amarillo y luego a un esplendoroso color verde.
Todo esto para que posteriormente el ahorro se convierta en inversión cuyos rendimientos deben ser una fuente adicional de ingresos. Y así puede que el mejor consejo para el ahorro no sea el que escuchemos sino el que salga de nosotros mismos.
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Roberto Aguilar
Tengo más de 20 años de experiencia en el periodismo económico y financiero en los medios más importantes de México. Estoy convencido que la mejor manera de sacarle todo el provecho a los servicios financieros y bancarios es conociéndolos, usándolos y cumpliéndoles. Soy Libra y mi perro se llama Elmo.