Ley de Moore: Trabajo y la Tercera Revolución Industrial

En la Tercera Revolución Industrial del actual siglo XXI se dice que la tecnología tomará los lugares que ocupamos, tal como lo predijo la Ley de Moore en los 70’s.

Para muchos esta posibilidad es un escenario terrible, porque significa la muerte de profesiones y despidos masivos, pero por otro lado cabe la oportunidad de desarrollar más negocios con un grado de perfección absoluta.

Cómo nos podría sustituir la automatización y la tecnología

Imaginemos por un momento que somos campesinos y que para ciertas labores requerimos mil jornaleros, en vez de sacrificarlos en las faenas más difíciles como son la siembra y pizca pudiéramos emplear inteligencia artificial.

Con esta tecnología se evitarían tan tediosas tareas y apoyaríamos a los jornaleros en otras áreas como son capacitación en línea de producción y distribución. Aparentemente no suena mal, pero sí genera angustia ser sustituido por una máquina.

Vámonos un poco más lejos en la teoría, en los 70’s surgió una propuesta en materia tecnológica que se llama “Ley de Moore” donde se estipula que no importa cuanto lo intentemos, la ciencia y los avances siempre nos darán la vuelta.

Es una observación que propone el progreso como la única vereda en toda la revolución industrial. Naturalmente hay cosas que se quedan obsoletas y otras que se renuevan, pero así es casi con todo.

Este escenario nos permite ver la evolución en todo tipo de materia y escenarios, siendo la sociedad la más afectada y beneficiada a la vez, esto se ve más claramente en el valor de producción de las cosas, lo cual nos permite llegar a más lejos por menos.

Antes, viajar en un crucero como el Titanic costaba una fortuna y tardaba meses en llegar a su destino. Ahora tomar un vuelo México-Roma toma sólo 12 horas y 20 mil pesos.

A esos nos referimos con la Ley de Moore, la tecnología ayuda a la economía al dirigir los costes marginales hacia cero.

No dudamos que algún día viajar a Australia sea gratis mientras que ir a Júpiter costará 10,000 dólares.

Origen de la revolución industrial

Según Jeremy Rifkin, teórico y economista de tiempo completo, todas las revoluciones industriales se formulan con ocasión a tres factores que en materia de sociedad y tecnología repercuten en todas las áreas:

• La energía
• La comunicación
• El transporte.

Ello permite replantear la forma de desarrollarnos, si pasamos de la luz eléctrica a la solar, de la carta al Whatsapp, del caballo al tren bala, como es de esperarse el costo a nivel ecológico es lo que más preocupa.

Con cada progreso a veces viene un retroceso gigantesco en materia de sustentabilidad. Aunque ahora se busca tener el menor impacto medio ambiental, los esfuerzos no son suficientes.

Lo mismo sucede con el empleo, las Fintech, es decir “conjuntos financieros tecnológicos” en el que se habla del avance en materia tecnológica y cómo se traduce en efectividad, productividad y cero riesgos de pérdida en los negocios.

Por lo anterior, los inversionistas e industriales les parece más que atractivo tener un robot que un empleado de carne y hueso. Con ello habrá que replantear los esquemas de derecho, economía y ocio para que haya una distribución justa de labores y beneficios.

Así que, habrá un cambio cuántico en torno a las profesiones que existirán en el futuro, con respecto a las actuales. Es decir, se destruirán profesiones, a costa de crear otras nuevas.

A esto hay que sumarle que la tecnología genera nuevas formas de oferta, consecuentemente nuevas formas de demanda y viceversa.

Tendencias laborales

Todo apunta a que las empresas sustituyen a las personas por máquinas, tanto para reducir gastos como por ser más competitivas ante los mercados.

A su vez esto traerá un grado radical de desigualdad económica, ya que serán unos pocos los que mantendrán sus empleos sin ser desechados de sus labores. Ante dicho escenario, la tensión social, económica y política será irrefrenable.

Por tanto, nos enfrentamos a una situación de mercado, donde nos encontramos, por un lado, con un exceso de la capacidad de producción y de oferta cada vez más barata por la tecnología.

También debemos considerar que con una demanda cada vez más deprimida por el desempleo, se podría traducir perfectamente en un desplome de los precios de mercado.

Habrá que ver lo que nos depara los próximos años, mientras tanto seamos optimistas.