Muchas señales anticipan que no sólo el inicio del año sino todo el sexenio sería muy complicado para la economía del país y en consecuencia para las empresas y las familias.
Y no, no quiero sonar demasiado alarmista y mucho menos apocalíptico, pero la posibilidad de que se reviva lo que muchas generaciones conocimos como crisis de fin de sexenio y que se manifestó de muchas maneras: devaluación, desempleo, mayor inflación, encarecimiento de los créditos, inseguridad y una lista muy larga de etcéteras, desafortunadamente cada vez es más alta.
Es que hace tres sexenios que en México no se hablaba de un cambio de estafeta problemático porque el último proceso había sido con la alternancia del partido político en 1999, y al principio el tránsito fue más bien lento porque la nueva administración carecía de experiencia para tomar las primeras decisiones.
Un cambio de fondo
Pero ahora estamos delante de un cambio más extremo en los fundamentos de política pública y del modelo económico del nuevo gobierno que durante el periodo de transición tomó decisiones que afectaron el desempeño de los mercados financieros y mermaron la confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros lo que contribuyó, entre otras cosas, el encarecimiento del dólar y el aumento de las tasas de interés.
Luego el escenario se agravó con una serie de propuestas legislativas del partido en el gobierno y el hegemónico en las cámaras legislativas elevando la preocupación sobre el futuro de la economía mexicana.
Una muestra de lo que podría venir es que los analistas económicos comenzaron a bajar su meta de crecimiento para 2019 por debajo de lo que se reportará este año, expectativa que también comparte el banco central que además espera una mayor inflación.
Y así un peligroso coctel se está preparando porque un crecimiento más bajo significa menores inversiones, pocas oportunidades laborales y más bien el peligro de despidos y un mayor costo de la vida. Y todo esto con repercusiones directas e indirectas en nuestras finanzas personales que debemos reforzar para soportar el vendaval que nos está esperando.
Recomendaciones
Identificar las deudas más caras y las que estén en tasa variable, como las tarjetas de crédito, para liquidarlas o pagar lo más que se pueda para evitar que el aumento de tasas no sólo imposibilite sino crezca el monto de estos pasivos.
Es preferible posponer gastos o proyectos por unos meses para esperar a que el panorama económico sea más nítido; elabora una lista de tus prioridades de gasto para saber cuáles son las que puedes reducir o eliminar; y si recibes tu aguinaldo o bono de fin de año no lo gastes todo, mejor divídelo en tres partes: gasto, pago de deudas y ahorro porque siempre es mejor y más barato contar con un resguardo para cualquier imprevisto.
Pero no todo luce tan negativo y puede que con las experiencias previas de las decisiones del gobierno y sobre todo al dimensionar las consecuencias de sus actos, las decisiones venideras sean más atinadas y ayuden a recuperar la confianza para que la historia sea totalmente diferente siempre y cuando lo que suceda fuera del país también ayude a la economía de México y sobre todo a la nuestra. Ojalá así sea.
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